El centro investigador «Crisis Group» advirtió sobre la creciente infiltración de los grupos islámicos en las sociedades del Viejo Continente.
La organización internacional, que cuenta con el respaldo de importantes figuras de la política mundial y el apoyo financiero de numerosos gobiernos, presentó en el Cairo su último informe, titulado «Entender el islamismo».
El estudio pretende poner de manifiesto la diversidad que existe en el seno del Islam, en especial entre los suníes, y explicar como esta pluralidad de ideologías y corrientes deben tenerse en cuenta a la hora de diseñar estrategias destinadas a erradicar con garantías el terror y el radicalismo.
«Desde los atentados del 11 de septiembre (del 2001), analistas y políticos occidentales han tendido a englobar a todas las formas de islamismo en una», dijo durante la presentación el director del programa para el Norte de África del grupo, Hugh Roberts.
«A muchas de ellas se las ha marcado como radicales y concebido como hostiles a los intereses occidentales. Esta apreciación es descabellada. El islamismo tiene muy diversas formas, solo algunas de las cuales son violentas y solo en el caso de una minoría se justifica la (política de) confrontación», agregó.
El trabajo disecciona el movimiento islamista en tres tendencias principales: el islamismo político, el islamismo misionero y el islamismo Yihadista o violento, que es el considerado altamente peligroso.
Después subraya que el que prevalezca de los tres será crucial para el futuro del mundo musulmán, pero también para Estados Unidos y Europa, pese a que ninguno de ellos se pueda considerar pro occidental.
«El primer análisis, que considera el mundo islámico polarizado entre los pro occidentales y los partidarios de la guerra santa (yihadistas), es exagerado, e incluso se podría decir que erróneo», asegura el informe en sus conclusiones.
«La hostilidad hacia Occidente, y en particular hacia la política de E.U., está muy difundida, pero no significa que exista un apoyo similar a la Yihad global que preconiza la red Al Qaeda, excepto por unos pocos, la mayoría de los cuales no se encuentran en la diáspora musulmana», puntualiza el texto.
Partiendo de este pilar, el grupo considera que algunas de las medidas adoptadas para la «guerra contra el terrorismo» islamista han tenido buen efecto, en especial en Afganistán, donde se han erradicado los campos de entrenamiento yihadistas.
«Sin embargo, existen pruebas que sugieren que el yihadismo es un aún vigoroso, perfectamente capaz de reemplazar a los terroristas capturados por nuevos activistas, y capacitado para operar con libertad por todo el mundo», reseña.
En este punto, el documento pone como ejemplo los atentados de Casablanca, Bali y del 11 de marzo en España, país donde subraya que la actividad de los yihadistas «ha crecido de forma apreciable» y más que en el resto de Europa.
«En pocas palabras, la guerra contra el terrorismo simplemente ha conseguido cortar la cabeza de la serpiente, pero no matarla; ha atacado a la hidra, y causado que otras cabezas proliferasen», explica de forma gráfica, antes de preguntarse la razón.
Entre los errores que habrían espoleado el terrorismo yihadista, el informe enumera el fracaso a la hora de resolver la cuestión palestina, la decisión de atacar Irak y sobre todo la forma con la que se ha gestionado la posguerra en este país.
«La guerra contra el terrorismo no es por sí misma la causa de la amenaza, sino que la ha exacerbado la forma en la que ha sido conducida -con el ataque y la ocupación de Irak, la restauración de la tortura, la estigmatización de las corrientes yihadistas, entendidas todas como terroristas-«, afirma el informe.
Además, han contribuido «la suspensión de la normativa legal de Occidente para tratar a los acusados de terrorismo (Guantánamo)».
A esos problemas, se suma la necesidad de integrar a las comunidades musulmanas inmigrantes, una cuestión menos preocupante para E.U. pero que «a largo plazo se convertirá en la principal preocupación para Europa, en especial para el Reino Unido, Francia, Holanda y España».
«Para erradicar la que puede ser la mayor fuente de inestabilidad interna, los políticos europeos necesitan modificar su actual política antiterrorista», sugiere el informe.
Porque «usando la mano de hierro sin diferenciar las corrientes islamistas, los políticos occidentales corren el riego de provocar dos resultados no deseables: que todos se unan, o que los no violentos modernos queden eclipsados por los yihadistas», concluye.
El Cairo
Con Efe