Comenzó el juicio contra siete acusados del atentado contra el club El Nogal
Los sindicados negaron ser guerrilleros y denunciaron que fueron presionados por el DAS y el FBI para que colaboraran con la justicia.
“Me decían que me iban a matar y torturar si no colaboraba”, dijo José Gustavo Muñoz, sindicado de pertenecer a las Farc, quien también se retractó de los señalamientos que había hecho contra su primo Fernando Guerrero y su esposa Adela Jiménez, a quienes había señalado de tener vínculos con la organización ilegal.
Guerrero por su parte, aseguró que miembros del FBI lo visitaron para intimidarlo y le ofrecieron dinero, incluso cuando estaba detenido en la penitenciaría de Cómbita. Dijo que no aceptó porque no tiene nada que ver con los hechos.
Alipio Murillo, señalado de participarse en el montaje del carro bomba en su taller en el barrio Suba, es el único acusado que ha colaborado con las autoridades y atestiguado en contra de otros acusados de participar en la acción terrorista.
Murillo, que llevaba puestas gafas negras, una gorra azul y una chaqueta gris para ocultar su identidad a las cámaras de televisión, permaneció en un lugar separado de los otros sospechosos, sin intervenir aún en la audiencia.
Guerrero, detenido en el taller de Murillo, aseguró que lo conoció solo 20 días antes del ataque contra el Nogal, en una cancha de tejo.
El DAS lo descubrió cuando llegaba al taller con un Renault Megane que también iba a ser utilizado como carro bomba. “No sabía nada de eso. Le hice el favor a Alipio de traer el carro porque me dijo que tenía vencido el pase”, afirmó.
Fernando Arellán, capturado por el DAS el pasado 17 de septiembre en el Espinal (Tolima) y quien de acuerdo con las investigaciones entró al club el Nogal con el carro bomba que fue utilizado para cometer el ataque y debió morir junto con su hermano Oswaldo y su sobrino John Freddy tras la explosión, tampoco ha declarado aún en el juicio.
Sin embargo, en un receso de la audiencia, dijo a los periodistas que es inocente.
Joseph Alexander Piñeros, el más joven de los acusados, es sindicado de ser enviado por el ‘Paisa’, comandante de la columna Teófilo Forero de las Farc (que organizó el atentado) por ser un experto en explosivos para que trabajara de la mano en el taller de Alipio Murillo.
Cuando fue capturado junto a Murillo y a Guerrero dentro del taller, le encontraron dentro de su ropa cinco millones de pesos en efectivo.
En la audiencia le preguntaron de dónde salió ese dinero y él respondió: “Me los encontré”. «¿En dónde?», le preguntaron. «En la calle, cerca del taller», respondió.
El joven coincidió en las denuncias de sus compañeros de proceso al asegurar que él también fue víctima de las presiones de los del FBI y de agentes del DAS.
Dijo que lo presionaron para que inculpara a algunas personas y a cambio le ofrecían dinero y protección o por el contrario podría ser extraditado.