Por JEFF LINKOUS
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En un campo de tiro acondicionado para simular la cabina de pasajeros de un avión, dos enmascarados se levantan de sus asientos y practican el disparar sus pistolas sin alcanzar otros objetivos que sus blancos de papel y metal.
Los dos son alguaciles aéreos, y algún día podrían necesitar su puntería para neutralizar a los aeropiratas sin alcanzar a los pasajeros.
«Si disparamos en medio de una multitud… no podemos errar el blanco», afirmó Greg, uno de los muchos alguaciles y otros agentes federales que el miércoles demostraron ante un grupo de periodistas varias tácticas contra los secuestros aéreos en el centro técnico de la Administración Federal de Aviación.
Para mantener su anonimato, muchos de los alguaciles se cubrieron el rostro con pasamontañas y sólo dieron su nombre de pila. Las autoridades federales se niegan a precisar el número de alguaciles que trabajan ahora en esas tareas y cuántos volarán en aviones civiles una vez que sea ampliada su plantilla en respuesta a los ataques terroristas del 11 de septiembre.
El presidente George W. Bush dijo que desea emplazar esos agentes en casi todos los vuelos nacionales o internacionales.
La AFA aumentó su reclutamiento para ampliar la plantilla y hasta el 23 de septiembre 150.000 personas habían copiado solicitudes colocadas en la página en la Internet del organismo. Los candidatos deben demostrar su habilidad y puntería en el manejo de las armas de fuego, pasar varias pruebas físicas y mentales y la aprobación de su historial de seguridad.
El programa fue creado tras una ola de secuestros y desvíos a Cuba en la década de 1970. En 1985, el gobierno amplió el programa el secuestro y desvió a Beirut de un avión de TWA.
En este centro de la AFA, los agentes se entrenan en canchas de tiro al aire libre, el simulador de un avión y dos aviones reales, en un curso de 14 semanas.
En un avión Lockheed 1011A, los alguaciles fueron sometidos el miércoles a tres simulacros de secuestro, empezando en lugares diferentes del aparato, en un intento de detener a otros alguaciles que se hicieron pasar por aeropiratas.
Como munición utilizaron bolas rellenas de pintura. En un secuestro real, los alguaciles habrían disparado balas especiales cuyos proyectiles pueden penetrar el cuerpo humano pero se desintegran al contacto con superficies duras para no perforar el fuselaje.
En cada caso, los alguaciles desenfundaron sus armas mientras se levantaban rápidamente de sus asientos y abatieron a los secuestradores antes de que pudieran llegar a la cabina de mandos. Luego ordenaron a otras personas que hacían el papel de pasajeros que permanecieran inmóviles y colocaran sus manos en la cabeza.
«Cuando vemos manos vacías, sabemos que no son una amenaza para nosotros», comentó un alguacil.