La comunicación de ideas y la información son objeto de una importante cruzada de nuestro tiempo. Recientemente uno de los halcones máximos de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, habló en un artículo de la «guerra de las palabras» como un fenómeno tan importante como la beligerancia armada. Fidel Castro ha lanzado en Cuba la «Batalla de las Ideas», como una adecuada respuesta a la pantalla opaca de la desinformación, el embuste y la tergiversación en que incurren la mayor parte de los medios de prensa.
En días recientes acaba de iniciar sus trasmisiones TV Sur que, desde Venezuela, y con el apoyo inicial de Argentina, Uruguay y Cuba tendrá como propósito «difundir en su programación la lucha por las transformaciones sociales, por la democratización de la comunicación y por la integración latinoamericana», según el comunicado inicial de sus promotores. Telesur iniciará sus transmisiones a través del satélite NSS 806, donde la señal estará disponible gratuitamente. La emisora servirá de expositora de la historia de los pueblos latinoamericanos, de la música, la danza, la cultura, el talento, y promoverá la integración de nuestro continente.
La guerra en Irak demostró que las cadenas de televisión norteamericanas –que cubren el mundo con sus poderosas señales-, tenidas como imparciales, objetivas y respetuosas de los hechos, se sometieron a las más groseras deformaciones y solaparon o deformaron en sus relatos lo que realmente estaba ocurriendo. La CNN, la NBC, la CBS y la más agresiva de todas, Fox News, se convirtieron en meros aparatos de propaganda del Departamento de Defensa de los Estados Unidos. En América Latina las emisoras se caracterizan por el cretinismo evasivo de las telenovelas, o los subproductos de una cultura deformada y comercial. Esta situación subraya más aún la necesidad de lograr medios verdaderamente equitativos y genuinamente civilizados.
En tiempos recientes ha surgido una prensa alternativa que utilizando la transmisión por Internet difunde una versión más equilibrada y auténtica de la realidad mundial. Es el caso de la española Rebelión, la francesa Red Voltaire, la venezolana Aporrea, la argentina Argenpress, la peruana Indymedia, la arábiga Al Jazeera y la cubana Cubadebate. Esas gacetas veraces pueden ser operativas con pocos recursos, lo cual las rescata de las fauces de las grandes corporaciones y de las inmensas inversiones requeridas por un periódico impreso o una estación de televisión. Telesur sí ha requerido dispendios importantes pero ha encontrado un grupo de países dispuestos a asumir el desembolso inicial.
En tiempos de Reagan se creó el concepto de «diplomacia pública» llamando así al aparato de distorsión de la verdad y compra de criterios. En aquellos tiempos se utilizó contra la Unión Soviética y estaba bajo la autoridad del vicepresidente, Bush padre. Entre las iniciativas más destacadas estaban la Voz de América, Radio Libertad, Radio Europa Libre y Radio Asia Libre y la mal llamada Radio Martí contra la revolución cubana.
Madeleine Albright se percató, en 1999, del estado de deterioro de la imagen de Estados Unidos ante el resto del mundo y creó el puesto de Subsecretario de Estado para la Diplomacia Pública. Al llegar Bush, esa posición fue subordinada al portavoz del Departamento de Estado. Donald Rumsfeld instituyó, en octubre del 2001, un Buró de Influencia Estratégica (OSI), dirigido por un general. Ambos departamentos fueron coordinados por el Grupo Militar de Información Internacional. (IMIG).
Los llamados «think tanks» son fundamentales en esta guerra ideológica. Existen instituciones como la Rand Corporation, el Brookings Institute, el Consejo de Relaciones Exteriores, que publica la influyente revista Foreign Affairs, el Hoover Institute y el Hudson Institute. El objetivo de estos centros es realizar análisis y pronósticos que ayuden a movilizar al orbe intelectual, la sociedad civil y la opinión pública tras determinados proyectos e iniciativas del gobierno norteamericano. En Gran Bretaña existan otros organismos similares como la Heritage Foundation, el Adam Smith Institute y el Center for Foreign Policy Studies.
El Estado de control social es una pesadilla que se hizo realidad en el siglo pasado, el siglo de los totalitarismos, pero aún persiste, con fuerza mayor cada día. El Leviatán de Hobbes crece sin cesar y amenaza con engullir las individualidades. El encauzamiento de la voluntad ciudadana no pasa tanto por la opresión y el castigo como por la persuasión y el convencimiento y los medios electrónicos de difusión llevan a cabo esa tarea. La sociedad dominada por las ideas es un hecho irreversible y los países del Tercer Mundo deben defenderse de esa guerra silenciosa erigiendo barreras protectoras de sus estados de opinión. Una de ellas es Telesur.