Democracia y dictadura, de Norberto Bobbio

1. La democracia en la teoría delas formas de gobierno

Desde la edad clásica hasta hoy el término“democracia” ha sido siempre utilizado para designar una de las formas degobierno, o sea uno de los diferentes modos con que puede ser ejercido el poderpolítico. En particular designa aquella forma de gobierno en la cual el poderpolítico es ejercido por el pueblo. En la historia del pensamiento político ellugar en que se coloca la discusión acerca de la opinión, de los caracteres, delas cualidades y defectos de la democracia es la teoría y la tipología de lasformas de gobierno. Por lo tanto, cualquier discurso sobre la democracia nopuede prescindir de la determinación de las relaciones entre la democracia ylas demás formas de gobierno, ya que solamente así se puede individuar su carácterespecífico. En otras palabras, puesto que el concepto de democracia pertenece aun sistema de conceptos que constituye la teoría de las formas de gobierno,ello no puede ser comprendido en su naturaleza específica sino en relación conlos demás conceptos del sistema, de los cuales delimita la extensión, siendo asu vez delimitado por ellos. Considerar el concepto de democracia como parte deun sistema más amplio de conceptos permite dividir el estudio siguiendo losdiferentes usos a los cuales la teoría de las formas de gobierno ha sido destinada,de vez en vez o contemporáneamente, según los diferentes autores. Estos usos son los tres siguientes:descriptivo (o sistemático), prescriptivo (o axiológico) e histórico.

En su utilización descriptiva o sistemática,una teoría de las formas de gobierno se resuelve en la clasificación, y por lo tantoen la tipología, de las formas de gobierno que han existido históricamente,establecida sobre la base de la determinación de lo que las une y de lo que lasdiferencia, en un procedimiento que no es diferente del de la botánica queclasifica matas o de la zoología que clasifica animales.

En su uso prescriptivo o axiológico, unateoría de las formas de gobierno implica una serie de juicios de valor sobrecuya base las diferentes constituciones no solamente están alineadas las unas alado de las otras, sino que están también dispuestas según un orden de preferencia,de acuerdo al cual una es juzgada buena y la otra mala, una óptima y la otrapésima, una mejor o menos mala que la otra y así por el estilo.

Se puede en fin hablar de uso histórico de unateoría de las formas de gobierno cuando ella se utiliza no sólo para clasificarlas diferentes constituciones, no sólo para recomendar una en vez que otra,sino también para describir los diferentes momentos consecutivos del desarrollohistórico, considerado como un paso obligado de una forma a la otra. Cuando eluso prescriptivo y el uso histórico se unen, cosa que ocurre con frecuencia, ladescripción de las diferentes fases históricas se resuelve en una teoría delprogreso o del regreso, según que la forma mejor se encuentre al final o alprincipio del ciclo.

A partir de esta premisa dedicaremos laprimera parte del artículo a la ilustración de las diferentes ubicaciones quese han asignado a la democracia en las tipologías históricamente más relevantes(§2), tomando en cuenta en segunda instancia las diversas y opuestas valoracionesa que ha sido sometida en diferentes tiempos y diferentes autores (§3),ofreciendo finalmente unas indicaciones sobre el lugar que se le ha asignado enalgunas de las principales filosofías de la historia que han signado las etapasdel movimiento histórico sobre la base del pasaje de una forma de gobierno aotra (§4). Es superfluo avisar que los tres usos nunca están completamenteseparados y que frecuentemente la misma tipología contiene al mismo tiempo lostres entrelazados: para dar un ejemplo clásico, la célebre teoría de las formasde gobierno contenida en el octavo libro de la República de Platón es una descripción de los caracteresespecíficos de las varias constituciones, que al mismo tiempo las ordenajerárquicamente desde la mejor a la peor, y una disposición de ellas en ordenjerárquico que a su vez coincide con su colocación cronológica, de la másantigua a la más reciente.

Después de esta primera parte, en la cual la democraciaresulta ser un elemento de un sistema conceptual, la segunda será dedicada alanálisis de la democracia en sus diferentes interpretaciones y actuacioneshistóricas: en particular a las distinciones entre democracia de los antiguos yde los modernos (§5), entre democracia representativa y directa (§6), entre democraciapolítica y social (§7), entre democracia formal y sustancial (§8). A estasdiferentes formas de democracia corresponderán en la tercera parte las diversasinterpretaciones de la dictadura: en particular la dictadura de los antiguos(§9) a  la que se contrapone la dictaduramoderna (§10), especialmente la dictadura revolucionaria (§11).

2. El uso descriptivo

Con respeto a su significación descriptiva, lademocracia es, según la tradición de los clásicos, una de las tres formasposibles de gobierno en la tipología en la que las varias formas de gobiernoestán clasificadas sobre la base del diverso número de gobernantes; enparticular es aquella forma de gobierno en la cual el poder es ejercido portodo el pueblo, o por el mayor número, o por muchos, y como tal se diferenciade la monarquía y de la aristocracia en las cuales el poder es ejercido,respectivamente, por uno solo o por pocos. En el Político de Platón la célebre tripartición es introducida de estamanera: <<-¿No es para nosotros la monarquía una de las formas de poderpolítico? -Sí. -Y después de la monarquía se podría colocar, creo, el dominiode pocos. -¿Cómo no? -Tercera forma de constitución ¿no es quizás el poder dela multitud, y no se ha llamado con el nombre de»democracia?»>;>; [291d]

La distinción de las formas de gobierno sobrela base del número de los gobernantes es retomada por Aristóteles con estaspalabras: <<Es necesario que el poder soberano sea ejercido por uno solo,por pocos o por los más>;>; [Política,1279a].

A lado de la clasificación con respecto alnúmero, Aristóteles coloca la clasificación con respecto al diferente modo degobernar, o para el bien común o para el bien propio de quién gobierna, dedonde deriva la distinción no menos famosa entre formas buenas y formas malas.

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El término «democracia» es reservadopor Aristóteles a la forma mala, mientras que la forma buena es denominada conel término general que significa constitución: «politéia».

En el tercer texto fundamental de la tradiciónclásica, aquel  tomado del sexto libro delas Historias de Polibio, la teoríade las formas de gobierno empieza con estas palabras: <<La mayor parte delos que han tratado de estos argumentos nos enseña que existen tres formas degobierno llamadas respectivamente reino, aristocracia y democracia>;>;[VI,3]. El término «democracia» vuelve a designar el gobierno de losmás, en su forma buena; a la forma mala Polibio asigna el término»oclocracia». Queda dicho que en una tipología, como la clásica, queante todo distingue las diversas constituciones sobre la base del criterio delnúmero de los gobernantes, siempre aparece una forma de gobierno, se llamedemocracia o de cualquier otra manera, que es caracterizada con respecto a lasdemás por ser el gobierno de muchos respecto a pocos, o de los más respecto alos menos, o de la mayoría respecto a la minoría o a un grupo reducido depersonas (o hasta de uno solo), y que por lo tanto el concepto de democraciaes, en la tradición de los antiguos que ha llegado sin interrupciones hastanosotros, sumamente sencillo y constante.

Para citar solamente a algunos de los clásicosde la filosofía política, este significado de democracia conexo a latripartición de las formas de gobierno con respecto al número se encuentra enel Defensor pacis de Marsilio dePadua, en los Discursos de la primeradécada de Maquiavelo, en el De laRepúblique de Bodin, en las obras políticas de Hobbes, en Spinoza, enLocke, en Vico y con particular referencia no a la titularidad sino alejercicio del poder soberano, en el Contratosocial de Rousseau.

No obstante la preponderancia de latripartición, a veces la tripartición ha sido sustituida por la bipartición.Esta sustitución se ha realizado mediante dos operaciones diferentes: oagrupando democracia y aristocracia en una sola especie contrapuesta a laespecie monarquía; o agrupando en una sola especie monarquía y aristocraciacontrapuesta a la especie democracia. La primera recomposición es aquellaefectuada por Maquiavelo en el Príncipe,donde se lee, precisamente en las primeras líneas, que <<todos losestados, todos los dominios que han tenido y tienen imperio sobre los hombres,han sido y son o repúblicas o principados>;>; [1513, ed. 1977, p. 5]. Lasegunda es la que ha terminado por prevalecer en la teoría políticacontemporánea, donde la tripartición clásica se ha venido sustituyendo en todaparte por la distinción primaria y fundamental entre democracia y autocracia.

Uno de los autores que ha contribuido mayormentea difundir y consolidar esta distinción ha sido Kelsen, que en General Theory of Law and State [1945],después de haber observado que la tripartición tradicional sobre la base delnúmero es superficial, adopta otro criterio de distinción, él de la mayor omenor libertad política y concluye de ello que <<entonces es más exactodistinguir dos tipos de constituciones, en vez de tres: democracia yautocracia>;>; (trad. it. p. 289). La distinción de Maquiavelo (retomadapor Montesquieu, que por cierto vuelve a la tripartición, añadiendo a lamonarquía y a la república el despotismo como tercera forma) sigue siendo fundadasobre el criterio del número, aunque dominada por la idea de que la distinciónesencial es entre el gobierno de uno (que es y no puede no ser unapersona física) y el gobierno de una asamblea (que es y no puede no seruna persona jurídica, sea ésta una asamblea de optimates o de representantesdel pueblo), y por lo tanto democracia y aristocracia pueden ser ventajosamenteconsideradas como una especie sola bajo el nombre comprensivo de república (queen efecto puede ser democrática o aristocrática). La distinción entredemocracia y aristocracia está fundamentada en un criterio completamente diferente,a su vez inspirado en la observación de que el poder o asciende de abajo haciaarriba o desciende de arriba hacia abajo. Para justificarla Kelsen se sirve dela distinción entre autonomía y heteronomía: democráticas son aquellas formasde gobierno en las que las leyes están hechas por aquellos a quienes estándirigidas (y son precisamente normas autónomas), autocráticas aquellas en lasque los que hacen las leyes son diferentes de aquellos a quienes están dirigidas(y son precisamente normas heterónomas). Mientras que la clasificación nacida conel surgimiento del Estado moderno ha absorbido la democracia en el concepto másgeneral de república, la clasificación más difundida en la teoría políticacontemporánea absorbe sea la monarquía sea la aristocracia en el concepto másgeneral de autocracia, y da particular relieve a la democracia considerada comouno de los polos hacia los cuales convergen, aun en diferentes medidas y nuncacabalmente, todas las constituciones existentes.

3. El uso prescriptivo

Con respecto a su significado prescriptivo, lademocracia puede ser considerada, al igual que todas las demás formas degobierno, con signo positivo o negativo, es decir, como una forma buena, y porlo tanto que hay que elogiar y recomendar, o como una forma mala, y por lotanto que hay que desaprobar y desaconsejar.

Toda la historia del pensamiento político esrecorrida por la disputa sobre la mejor forma de gobierno: dentro de estadisputa uno de los temas recurrentes es la argumentación en pro o en contra dela democracia.

Esta disputa se puede hacer empezar con ladiscusión, referida por Heródoto [Historias,III, §§80-82], entre tres personajes persas, Otanes, Megabyzo y Darío, sobre lamejor forma de gobierno a establecer en Persia después de la muerte deCambises: cada uno de los tres defiende una de las tres formas clásicas yrefuta las otras dos. El defensor de la democracia, Otanes, después de habercriticado al gobierno monárquico porque el monarca <<puede hacer lo quequiere, sin rendir cuentas a nadie>;>;, llama al gobierno del pueblo con<<el nombre más bello de todos: igualdad de derechos>;>;, y lo definecomo aquel en que <<el gobierno está sometido a rendición de cuentas ytodas las decisiones están tomadas en común>;>;. Al contrario, tanto aldefensor de la aristocracia, Megabyzo, como al defensor de la monarquía, Darío,les corresponde la tarea de alegar argumentos para demostrar que el gobiernodel pueblo es una forma mala. Para el primero <<no hay nada más estólidoy más insolente que una muchedumbre buena para nada>;>;, así que no estolerable que <<para librarse de la prepotencia de un tirano, se tengaque caer en la insolencia de un pueblo desenfrenado>;>;. Para el segundo,<<cuando es el pueblo el que gobierna, es imposible que no nazca lacorrupción en la e
sfera pública, la cual no genera enemistades, sino más biensólidas amistades entre los malvados>;>;. En esta disputa, que habríatenido lugar en la segunda mitad del VI siglo a.C. y que es referida en untexto del siglo siguiente, algunos de los argumentos en pro o en contra de lademocracia están presentados y fijados de una vez por todas.

 

En el pensamiento griego el elogio y lacondena se alternaban. El elogio más célebre es el de Pericles en el discurso alos atenienses en honor de los primeros muertos de la guerra del Peloponeso:<<Tenemos una constitución que no emula las leyes de los vecinos nos, encuanto nosotros somos más un ejemplo para los demás que unos imitadores. Ypuesto que ella está regida de manera que los derechos civiles pertenezcan no apocas personas sino a la mayoría, se llama democracia: frente a las leyes, porlo que concierne a los intereses privados, a todos les corresponde un plan deparidad, mientras que por lo que concierne a la consideración pública en laadministración del Estado, cada uno es preferido según su excelencia en undeterminado campo, no por su procedencia de una clase social más que por lo quevale. Y por lo que concierne a la pobreza, si uno puede hacerle algo bueno a laciudad, no está inhabilitado por la obscuridad de su rango social. Nosotros vivimoslibremente en las relaciones con la comunidad y en todo lo que atañe al receloque surge de las relaciones recíprocas en las costumbres cotidianas, sinirritarnos con el vecino si hace algo según su placer y sin causarnosrecíprocas molestias que no son perjudiciales, pero, sin embargo, sondesagradables a nuestros ojos. Sin perjudicarnos ejercemos recíprocamente lasrelaciones privadas y en la vida pública es sobre todo la reverencia que nosimpide violar las leyes, en obediencia a los que están en los sitios de mando ya las instituciones puestas a tutela de quien padece injusticia, y enparticular aquellas leyes que, aun sin ser escritas, causan a quienes lasinfringen una vergüenza por todos reconocida>;>; [Tucídides, Guerra, II, 37] En este pasaje lascaracterísticas por las cuales la democracia es considerada forma buena degobierno son esencialmente las siguientes: no es un gobierno a favor de pocossino de los más; la ley es igual para todos, para los ricos y para los pobres ypor lo tanto es un gobierno de leyes, sean ellas escritas o no escritas, y node hombres; la libertad es respetada tanto en la vida privada como en la vidapública, donde vale no tanto la pertenencia a este o aquel partido, sino elmérito.

En el octavo libro de La República de Platón, al contrario, se encuentra la más célebrecondena. La democracia es considerada aquí y analíticamente descrita como unaforma degenerada, aunque no como la forma más degenerada que es la tiranía. Lascuatro formas degeneradas con respecto a la ciudad ideal están dispuestas eneste orden de sucesiva degradación: timocracia, oligarquía, democracia, tiranía.Mientras la oligarquía es el gobierno de los ricos, la democracia no es elgobierno del pueblo sino de los pobres contra los ricos. El principio de lademocracia es la libertad, pero es una libertad que se convierte enseguida enlicencia por la falta de frenos morales y políticos característica del hombredemocrático, por el surgimiento del deseo desmedido de satisfacer lasnecesidades superfluas más allá de las necesidades legítimas, por la falta derespeto por las leyes y por la general condescendencia a la subversión de todaautoridad, por la cual el padre le teme al hijo y <<el maestro, porejemplo, teme y adula los discípulos y los discípulos se ríen de los maestros yde los pedagogos>;>; [563a]

Con Aristóteles adquiere forma definitiva ladistinción entre las tres constituciones buenas y las tres constituciones malassobre la base del criterio de gobernar para el bien común o para el bien propio,destinada a volverse uno de los lugares comunes del pensamiento políticosucesivo. En esta sistematización el gobierno de muchos se presenta sea comoforma buena, bajo el nombre de politéia, sea como forma mala, bajo el nombre dedemocracia. No diversamente de Platón, Aristóteles también define la democraciacomo gobierno de los pobres, y por consiguiente como gobierno de los más por laúnica razón de que los pobres generalmente son en todos los Estados másnumerosos que los ricos. Pero, al igual que el gobierno de solos ricos, tambiénel gobierno de solos pobres es un gobierno en pro de una parte sola, y por lotanto, según la definición del buen gobierno sobre la base del criterio delbien común, es un gobierno corrupto.

Con Polibio cambian los nombres pero no elordenamiento de las formas de gobierno en tres buenas y tres malas: forma buenadel gobierno popular es la democracia, en la que el pueblo <<asume sobresí el cuidado de los intereses públicos>;>;, forma mala es la degeneraciónde la democracia, u oclocracia (gobierno de la plebe), en la que <<dehecho la multitud, acostumbrada a consumir bienes de otros y a vivir a cuestasdel prójimo, cuando tiene un jefe magnánimo y valiente, que no puede aspirar alos cargos públicos por su pobreza, usa la violencia y conformemente recurre aasesinatos, exilios, divisiones de tierras>;>; [Historias, VI, 9].

La tipología de las formas de gobierno en suuso prescriptivo no solamente implica un juicio absoluto sobre la bondad o lamaldad de esta o aquella forma, sino también un juicio relativo sobre la mayoro menor bondad de una forma con respecto a las demás. En esta perspectiva, ladisputa en torno a la democracia no se refiere sólo el tema de si la democraciaes o no es una forma buena o mala, sino que se extiende al tema de si es mejoro peor que las demás, o bien cuál sea su colocación en un ordenamientoaxiológico (es decir según el valor) de las constituciones. En una tipologíaque no distingue las formas puras de las corruptas, las tesis posibles sontres: si la democracia es la mejor, es la peor o si más bien está en el medioentre la mejor y la peor. Las tesis históricamente más frecuentes y relevantesson las dos primeras, ya que la comparación se hace normalmente entre las dosformas extremas que son precisamente la monarquía y la democracia. En unatipología que distingue las constituciones en su forma pura y en su formacorrupta, la comparación se hace mucho más compleja: la democracia, en efecto,puede ser tanto la peor (o la mejor) de las formas buenas, cuanto la mejor (ola peor) de las formas malas, o bien puede ser al mismo tiempo la mejor (o lapeor) de las formas buenas y la mejor (o la peor) de las formas malas. En elpensamiento griego las tesis más frecuentes son dos: la platónica (en el Platóndel Político), en la que la democraciaes al mismo tiempo la peor de las formas buenas y la mejor de las formas malas(mientras al contrario, la monarquía es la mejor de las formas buenas y la peorde las malas), con la consecuencia de que la diferencia entre democracia buenay democracia mala es mínima (mientras es máxima la diferencia entre monarquía ytiranía); la polibiana, según la cual la democracia se encuentra al final de laescala tanto de las formas buenas como de las malas, que equivale a decir quees al mismo tiempo la peor de las buenas y la mejor de las malas. En unatipología como la de La Repúblicaplatónica, que conoce solo formas degeneradas, el problema axiológico consisteen asignar a la democracia su lugar en el proceso de suces
ivas degeneraciones:para Platón ella es peor que la timocracia y la oligarquía, pero mejor que latiranía. Finalmente, en una tipología como la de Vico, que conoce solamenteformas buenas (buenas en el sentido de que cada forma corresponde a unadeterminada fase del desarrollo de la humanidad; al Zeitgeist, como dirá Hegel), el problema axiológico consiste enasignar a la democracia su lugar en el proceso de sucesivos perfeccionamientos:para Vico la democracia, o, para usar el lenguaje viquiano, la república popular,es una forma mejor que la república aristocrática, pero peor que el principado.(Tanto para Vico como para Platón el gobierno del pueblo no es una forma extrema,o sea una forma que se encuentre al principio o al final de la serie, como es,al contrario, en la mayor parte de las teorías políticas, sino que es una formaintermedia).

En la disputa en torno a la mejor forma degobierno los clásicos del pensamiento político moderno, que acompañan con sus reflexionesel nacimiento y la consolidación de los grandes estados territorialespreferentemente monárquicos, son, por los menos hasta la revolución francesa,con la excepción de Spinoza, favorables a la monarquía y contrarios a la democracia.Así Bodin, Hobbes, Locke, Vico, Montesquieu, Kant, Hegel. Mientras algunos deestos autores, que consideran las diferentes formas de gobierno en sudesarrollo histórico como Vico, Montesquieu, Hegel, exaltan la monarquía comola forma de gobierno más conveniente para la época a ellos contemporánea,otros, como Hobbes y como Bodin, hacen una comparación en abstracto, en la cualse reúnen todos los argumentos tradicionales en contra del gobierno del pueblo,todas las motivaciones antiguas y modernas del antidemocratismo (los cuales setransmiten sin variaciones sensibles en las publicaciones de derecha denuestros días).

El décimo capítulo del De cive de Hobbes, titulado Specierumtrium civitatis quoad incommoda singularum comparatio, puede serconsiderado paradigmático: los argumentos en contra de la democracia pueden sercomprendidos en dos grupos, los que conciernen al sujeto gobernante (laasamblea popular comparada con el poder único del rey) y los que conciernen ala manera de gobernar. Los defectos de las asambleas populares son laincompetencia, el dominio de la elocuencia (y por ende de la demagogia), laformación de partidos que obstaculizan la formación de una voluntad colectiva yfavorecen el rápido cambio de las leyes, la falta de confidencialidad. Los inconvenientesdel poder, cuando es ejercido por el pueblo, consisten en una mayor corrupción,porque en una democracia los ciudadanos famélicos y que tienen que sercomplacidos por los caudillos populares son en número mayor, y en una menorseguridad debida a la protección que los demagogos están obligados a darles asus partidarios; mayor corrupción y menor seguridad que no están compensadaspor una mayor libertad.

 

El Tractatusde Spinoza había sido escrito para demostrar la superioridad del gobiernodemocrático, mas lamentablemente la parte dedicada a esta forma de gobierno haquedado incompleta. Pero, comparando Spinoza con Hobbes, autores bajo muchosaspectos muy cercanos con respecto a los principios primeros, y por esolegítimamente comparables, se llega a comprender la razón por la cual Spinoza,aun partiendo de la misma visión realista del poder y del mismo modo deentender la fundación del Estado, ha sostenido la tesis diametralmente opuestaa la de Hobbes en la comparación entre las varias formas de gobierno. Lo quelos divide es la diferente concepción de la finalidad última del Estado, quepara Hobbes es la paz y el orden, mientras que para Spinoza es la libertad;diferencia que a su vez descansa sobre una diferencia más profunda que permite mejorque las demás contraponer una teoría a la otra: me refiero a la diferenciaacerca de la perspectiva principal desde la cual se pone cada escritor de cosaspolíticas para expresar su propio pensamiento, y que permite contraponer losescritores que se ponen ex parteprincipis, o sea de parte de los gobernantes para justificar su derecho amandar y el deber de los súbditos a obedecer, a los que se ponen ex parte populi, o sea de parte de losgobernados para defender su derecho a no ser oprimidos y el deber de losgobernantes a emanar leyes justas.

 

Para quien se pone ex parte principis el problema principal del Estado es el de la unidaddel poder, que puede también ir en perjuicio de la libertad de cada uno; paraquién se pone ex parte populi elproblema principal es él de la libertad de cada uno, que puede también ir enperjuicio de la unidad. La disputa entre el partidario de la monarquía y elpartidario de la democracia es siempre una disputa entre dos contendientes quese colocan en dos puntos de vista opuestos para analizar y evaluar el mismofenómeno. La solución que el partidario de la democracia da al problema de lalibertad, que es, lo repito, el problema del Estado considerado desde la partedel gobernado, es al extremo la identificación del gobernado con el gobernante,o sea la eliminación de la figura del gobernante como figura separada de la delgobernado. Esta identificación es enunciada claramente en Spinoza ahí donde,exponiendo <<los fundamentos del gobierno democrático>;>;, afirma que<<en éste… nadie transfiere a otros su propio natural derecho de maneratan definitiva como para no ser nunca más consultado; sino que lo remite a laparte mayor de la sociedad entera, de la cual él es un miembro. Y por estemotivo todos siguen siendo iguales como eran en el precedente estado de naturaleza>;>;[1670, trad. it. pp. 384-385]. Una afirmación que no puede dejar de recordar laidea central que inspira la obra de aquél que es considerado el padre de lademocracia moderna: la idea de una asociación por medio de la cual <<cadauno, uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo, y quede libre comoantes>;>; [Rousseau 1762, trad. it. p. 23].

El tema russoniano de la libertad comoautonomía, o de la libertad definida como <<la obediencia de cada uno ala ley que él mismo se ha prescrito>;>;, se vuelve, después de las revolucionesamericanas y francesa, y después del nacimiento de las primeras doctrinas socialistasy anarquistas, uno de los argumentos principales, si no el principal, a favorde la democracia con respecto a cualquier otra forma de gobierno, que, si no esdemocrática, no puede dejar de ser autocrática. El problema de la democracia seviene identificando cada vez más con el tema del autogobierno, y el progreso dela democracia con el extenderse de los campos en que el método del autogobiernoes puesto a prueba. El desarrollo de la democracia, desde el principio delsiglo pasado hasta hoy, se hace coincidir con la progresiva extensión de losderechos políticos, o sea del derecho a la participación, aunque no sea más quecon la elección de representantes, a la formación de la voluntad colectiva. Amedida que un número cada vez mayor de individuos conquista el derecho departicipar en la vida política, la autocracia retrocede y la democracia avanza.A lado del argumento ético a favor de la democracia entendida precisamente comoactuación en el terreno específicamente político del supremo valor de lalibertad, la evaluación positiva de la democracia-autonomía con respecto a laautocracia-heteronomía, se sirve generalmente de dos argumentos más, el primeromás propiamente político, el segundo
genéricamente utilitario. El argumentopolítico se funda sobre una de las máximas de la experiencia más compartidas enel pensamiento político de todos los tiempos, o sea la máxima de que quiendetenta el poder tiende a abusar de ello. Toda la historia del pensamientopolítico puede ser considerada como una larga, ininterrumpida, apasionada discusiónen torno a las diferentes maneras de limitar el poder: entre ellas está elmétodo democrático. Uno de los argumentos fuertes a favor de la democracia esque el pueblo no puede abusar del poder en contra de sí mismo, o sea, dicho deotra manera, donde el legislador y el destinatario de la ley son la mismapersona, el primero no puede prevaricar sobre el segundo. El argumentoutilitarista es aquel que se funda sobre otra máxima de experiencia (menos sólida,para decir la verdad), aquella según la cual los mejores interpretes delinterés colectivo son los que forman parte de la colectividad, de cuyo interésse trata, o sea los interesados mismos: en este sentido, vox populi vox dei.


4. El uso histórico

Durante siglos, por lo menos hasta Hegel, losmayores escritores políticos se han servido de la tipología de las formas de gobiernopara trazar las líneas de desarrollo del curso histórico de la humanidadentendido como la sucesión de una determinada constitución a otra, según undeterminado ritmo. Se trata de ver qué lugar ha ocupado la democracia enalgunos de los grandes sistemas. Ante todo hay que distinguir las filosofías dela historia en regresivas, según las cuales cada etapa sucesiva es unadegeneración de la precedente, progresivas, según las cuales cada etapasucesiva es un perfeccionamiento  de laprecedente, cíclicas, según las cuales el curso histórico, después de haberrecorrido o en sentido regresivo o en sentido progresivo todas las etapas,vuelve al principio. En las historias regresivas (Platón) o cíclico-regresivas(Polibio) de los antiguos, la democracia ocupa generalmente el último lugar enuna sucesión  que considera la monarquíacomo primera forma, la aristocracia como segunda, la democracia como tercera.Ejemplar, también por el influjo que ha ejercido en escritores modernos(piénsese en particular en el  Maquiavelodel segundo capítulo de los Discursos),la periodización de Polibio que presenta en rápida síntesis la sucesión de lasseis formas, mediante la alternancia de la forma buena con la respectiva formamala: <<Espontáneamente y naturalmente surge antes de cualquier otraforma la monarquía, de la cual deriva, sucesivamente a las oportunascorrecciones y transformaciones, el reino. Cuando éste incurre en los defectospropios de su naturaleza y se transforma en tiranía, es abolido y sustituidopor la aristocracia. Cuando, según un proceso natural, ella degenera en oligarquíay el pueblo castiga indignado la injusticia de los jefes, surge la democracia.Cuando ésta, a su vez, se mancha de ilegalidad y violencias, con el pasar deltiempo, se constituye la oclocracia>;>; [Historias, VI, 4].

En la edad moderna, la edad de las grandesmonarquías, cuando la concepción regresiva cede el paso a la progresiva, elcampo de observación de los escritores se ha ampliado enormemente y la sucesiónde los antiguos se ha invertido: la monarquía ya no está al principio, sino alfinal. Vico se considera un innovador porque después del estado ferino (que noes todavía social) y el estado de las familias (que no es todavía estatal),hace empezar la historia de los estados no con la monarquía, sino con larepública aristocrática, a la cual sucede la república popular, y finalmente elprincipado. En el De universi iuris unoprincipio et uno fine, define al gobierno popular como aquél en que rigen<<la paridad de los sufragios, la libre expresión de las sentencias, y eligual acceso de cada uno a todos los honores, sin exclusión de los supremos, enrazón del censo, o sea del patrimonio>;>; [1720, trad. it., p. 166] (el principiode que el censo es la base de los derechos políticos continuará, como essabido, hasta la revolución francesa y más allá). Una característica de latipología viquiana, sin embargo, es que ella se resuelve en dicotomía con unprocedimiento diferente respecto a aquellos ya conocidos y señalados: las dosmás conocidas dicotomías son monarquía y república (con la reductio ad unum de democracia y aristocracia) o democracia yautocracia (con la reductio ad unumde monarquía y aristocracia). Para Vico la diferencia esencial pasa entrerepública aristocrática por un lado, que representa la edad de los héroes, y larepública popular y la monarquía por el otro, representando las dos, aún endiferentes medidas, la edad de los hombres, y por lo tanto la tricotomíaclásica se puede resolver en la dicotomía aristocracia y <<gobiernoshumanos>;>; (o sea democracia y monarquía) en los cuales <<por laigualdad de aquella naturaleza inteligente, que es la propia naturaleza delhombre, todos son igualados por las leyes, en tanto que hayan nacido libres ensus ciudades, tanto en las libres y populares, donde todos o la mayor parte sonaquellas fuerzas justas de la ciudad, por las cuales fuerzas justas son ellosmismos los señores de la libertad popular; como en las monarquías, en lascuales los monarcas igualan a todos los sujetos con sus leyes y, teniendo ellossolos en sus manos toda la fuerza de las armas, se distinguen solamente pornaturaleza civil>;>; [1744, párrafo 927].

En la importante clasificación de las formasde gobierno, expuesta y minuciosamente ilustrada por Montesquieu en el Esprit des lois, la monarquía apareceuna vez más como la forma de gobierno más adecuada a los grandes estadosterritoriales europeos, mientras que el despotismo es la forma de gobierno másadecuada a los pueblos orientales y la república (que incluye a imitación deMaquiavelo tanto la república democrática como la aristocrática) a los pueblosantiguos. Según su naturaleza, el gobierno republicano es aquí definido comoaquél en que <<el pueblo en cuerpo, o unas familias, gozan en él de lasuprema potestad>;>; [1748, trad. it. p. 83]; según su principio, o seasegún el «resorte» que lo hace mover, es aquél caracterizado por lavirtud (mientras que el monárquico tiene por principio el honor, el despóticoel miedo). Tanto en el capítulo en que se ilustra la naturaleza de lademocracia como en el capítulo dedicado a su principio, los ejemplos sonsacados de la historia griega y romana, y se encuentra en ellos estaafirmación: <<Los políticos griegos, que vivían en un gobierno popular,reconocían en la virtud la única fuerza capaz de sostenerlo. Los políticos dehoy nos hablan solamente de manufacturas, de comercios, de finanzas, de riquezas,hasta de lujo>;>; [ibid. , pp.85-86]. En los pasos en que se desarrolla y se define el concepto de virtudcomo <<el amor por la república>;>; [ibid., p. 115] las fuentes de ladefinición son notoriamente clásicas. La naturaleza y el principio deldespotismo son ilustrados con ejemplos tomados de los pueblos orientales; lanaturaleza y el principio de la monarquía, con ejemplos extraídos de losgrandes estados europeos, como España, Francia, Inglaterra.

La tripartición de Montesquieu será elcriterio fundamental para la interpretación del curso histórico de la humanidaden la filosofía de la historia de Hegel, que puede ser considerada la últimagran filosofía de la historia en que la evolución de
la civilización es vista através del paso de una forma de gobierno a otra (después de Hegel la mayorparte de las filosofías de la historia considerarán como índices de laevolución las formas sociales, las relaciones de producción, etc.). En una desus obras juveniles, el diseño general en que será comprendida y desplegada lainmensa materia de la filosofía de la historia de su edad madura ya está trazadoen sus líneas principales: <<La continuidad de la cultura mundial ha llevadoal género humano, después del despotismo oriental, y después de la degeneraciónde aquella república que había dominado el mundo, a esta posición intermediaentre las dos anteriores>;>; que es <<el sistema de larepresentación>;>; propio <<de todos los modernos estadoseuropeos>;>; [1799-1802, trad. it. p. 83]. En las Lecciones sobre la filosofía de la historia, el tema es retomado ydesarrollado en sus líneas esenciales con estas palabras: <<La historiauniversal es el proceso mediante el cual se realiza la educación del hombredesde el desenfreno de la voluntad natural al universal y a la libertad subjetiva.El Oriente sabía y sabe solamente que uno solo es libre, el mundo griego yromano que unos son libres, el mundo germánico que todos son libres. La primeraforma, que nosotros vemos entonces en la historia universal, es el despotismo,la segunda la democracia y la aristocracia, y la tercera la monarquía>;>;[1830-31, ed. 1934 p. 50]. Para Hegel, entonces, como para los mayoresescritores políticos que reflexionan sobre la formación y el crecimiento delestado moderno, la democracia es una forma de gobierno que pertenece al pasado.En contra del concepto de soberanía popular, como fue elaborado en antítesis ala soberanía que existe en el monarca, Hegel escribe en los Lineamentos de filosofía del derecho (osea en la obra a la que hay que hacer referencia por lo que concierne a laesencia de su pensamiento político): <<El pueblo, considerado sin sumonarca y sin la organización necesaria e inmediatamente conectiva de la totalidad,es la multitud informe, que ya no es Estado, a la cual ya no corresponde ninguna de las determinaciones que existen solamenteen la totalidad formada en sí>;>;[1821, párrafo 279, anotación]. Al hacer de la monarquía constitucional elmomento culminante del desarrollo histórico, Hegel, filósofo de laRestauración, cierra una época.

5. La democracia de los modernos

En la edad en que se habían venido formandolos grandes estados territoriales, mediante la acción centralizadora yunificadora del príncipe, el argumento que ya se había vuelto clásico en contrade la democracia consistía en la afirmación de que el gobierno democrático eraposible solamente en los pequeños estados. El mismo Rousseau estaba convencidode que una verdadera democracia no hubiese existido nunca, porque necesitaba,entre otras condiciones, de un estado muy pequeño <<en que sea fácil parael pueblo reunirse, y en el cual cada ciudadano pueda fácilmente conocer atodos los demás>;>; [1762, trad. it. p. 93]. Mas para cuando Hegel exaltabala monarquía constitucional como la única forma de gobierno en la que se habríatenido que reconocer el espíritu del mundo después de la revolución francesa,ya había nacido un gobierno republicano en un gran espacio (en un espaciodestinado a hacerse mucho más grande que el ocupado por los principales estadoseuropeos) y se había vuelto tan fuerte como para llamar la atención y suscitarla admiración de unos espíritus inquietos y previsores: los Estados Unidos deAmérica.

Para decir verdad, unos de los padres fundadoresdel nuevo estado, que en las disputas teóricas y en las construcciones constitucionalesdemostraron conocer bien el pensamiento político clásico y moderno, quisieronque no se confundiese la república, a la cual ellos miraban y a la cual habíanechado mano, con la democracia de los antiguos. Sobre la democracia de losantiguos el juicio de James Madison en el Federalist(n. 10) no se distingue de aquel de los más encarnizados antidemocratas:<<Las democracias siempre han ofrecido espectáculo de turbulencias ydiscordias, siempre se han demostrado en oposición con cada forma de garantía ala persona o a las cosas; y han vivido una vida que ha sido tan breve, cuantoviolenta ha sido su muerte >;>; [Hamilton, Jay y Madison 1787-88, trad. it.p. 61]. Pero la forma de gobierno que Madison llama democracia, siguiendo lalección de los clásicos llegada hasta Rousseau, era la democracia directa. Porrepública entiende en cambio el gobierno representativo, precisamente la formade gobierno que hoy nosotros, convencidos de que en los grandes estados no seaposible otra democracia sino la representativa, aun cuando en unos casos corregidae integrada por institutos de democracia directa, llamamos sin necesidad deulteriores especificaciones democracia y la contraponemos a todas las formasviejas y nuevas de autocracia. Escribe Madison: <<Los dos grandeselementos de diferenciación entre una democracia y una república son lossiguientes: en primer lugar, en el caso de esta última, hay un mandado deacción gubernativa a un pequeño número de ciudadanos elegidos por los demás; ensegundo lugar, ella puede extender su influencia sobre un mayor número deciudadanos y sobre una mayor extensión territorial>;>; [ibid., p. 62]. De este paso se desprendela firme opinión de que existe un nexo necesario entre Estado representativo (orepublicano) y dimensión del territorio, y por consiguiente que la única formade gobierno no autocrática posible en un gran estado es el gobierno porrepresentación, que es una forma de gobierno democrático corregido o moderado olimitado, y que en cuanto tal se hace compatible con un territorio muy extensoy una población numerosa (además, en el caso de Estados Unidos, también muy dispersa).Que el tránsito de la democracia directa a la democracia indirecta seaobjetivamente determinado por las condiciones del ambiente, y que por ende larepública no sea tanto una forma opuesta a la democracia cuanto la solademocracia posible en determinadas condiciones de territorio y de población, esconfirmado por este paso: <<Otro punto de diferenciación [entredemocracia y gobierno representativo] es el siguiente: que el régimenrepublicano puede abarcar un mayor número de ciudadanos y un más amplioterritorio de cuanto pueda hacerlo un régimen democrático y es precisamenteesta circunstancia la que hace que las posibles maniobras de las facciones seande temer menos en el primero, que en el segundo caso>;>; [ibid., p. 63].

Se debe a Alexis de Tocqueville, que en 1835publica el primer tomo De la démocratieen Amérique, el reconocimiento, casi la consagración, del nuevo estado enel nuevo mundo como forma auténtica de la democracia de los modernoscontrapuesta a la democracia de los antiguos. En la advertencia a la edición de1848 Tocqueville escribe que América ya ha resuelto el problema de la libertaddemocrática que Europa ha llegado a plantearse solamente en el momento actual:<<Hace ya sesenta años que el principio de la soberanía del pueblo, quehemos introducido ayer en nuestro país, en América reina soberano, puesto enpráctica de la manera más directa, más ilimitada, más absoluta>;>;[Tocqueville 1848, trad. it. p. 10]. Para quién escribe estas palabras ladistinción entre democracia directa y democracia representativa ya no tieneninguna relevancia: &l
t;<A veces es el pueblo mismo el que hace las leyes,como en Atenas; a veces son los diputados, electos con sufragio universal, quelo representan y actúan en su nombre, bajo su supervisión casi directa>;>;.Lo que cuenta es que el poder esté de hecho, directamente o por interpuestapersona, en las manos del pueblo, que rija como <<la ley de lasleyes>;>; el principio de la soberanía popular, por la cual <<lasociedad actúa por sí misma sobre si misma>;>;, y <<no existe poderafuera de ella y no hay nadie que se atreva a concebir, y sobre todo aexpresar, la idea de buscarlo en otro lado>;>;. Este capítulo sobre elprincipio de la soberanía popular en América se concluye con estas palabras:<<El pueblo reina sobre el mundo político americano, como Dios sobre eluniverso. El es la causa y el fin de todo: todo deriva de él y todo a éllleva>;>; [Tocqueville 1835-40, trad. it. p. 77]. Contrariamente a lademocracia de los antiguos que, fundada en el gobierno de una asamblea, noreconoce ningún ente intermedio entre el individuo y el Estado, por lo cualRousseau, que es su moderno abogado defensor, condena las sociedades parciales,culpables de dividir lo que tiene que quedarse unido, la democracia de losmodernos es pluralista, vive sobre la existencia, sobre la multiplicidad ysobre la vivacidad de las sociedades intermedias. Además de la igualdad de lascondiciones, la sociedad americana ha impresionado a Tocqueville por la tendenciaque tienen sus miembros a la asociación entre ellos con el objeto de promoverel bien público, así que <<independientemente de las asociacionespermanentes, creadas por las leyes bajo el nombre de municipios, ciudades ycondados, hay otra multitud más de ellas, que deben su surgimiento y sudesarrollo solamente a las voluntades individuales>;>; [ibid., p. 226]. Y el asociacionismo sevuelve un nuevo criterio (nuevo con respecto a los criterios tradicionales quesiempre se han fundado exclusivamente sobre el número de gobernantes) paradistinguir una sociedad democrática de una no democrática, como se puede notaren este paso sorprendente por su contundencia: <<En las sociedadesaristocráticas, los hombres no tienen necesidad de unirse para actuar, porqueya están firmemente unidos.

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