La venta de ocho buques y 12 aviones militares por parte de dos empresas españolas al gobierno de Venezuela, que en teoría debe cerrarse esta semana en Caracas, ha vuelto a levantar ampollas en Washington, donde existe el temor de que Hugo Chávez haga mal uso de ese material en perjuicio de países vecinos como Colombia y Bolivia. A finales de la semana pasada la cosa se puso color de hormiga: Estados Unidos no sólo amenazó en Madrid con vetar la negociación, sino que canceló la visita que iba a hacer Barcelona la secretaria de Estado, Condoleezza Rice.
Todo empezó el año pasado, cuando se supo que el gobierno español presidido por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, posesionado pocos meses antes, había decidido venderle a Venezuela ocho buques patrulleros de vigilancia y 12 aviones Eadsc-295. Pero eso no fue todo. La decisión vino acompañada por el hecho de que en aquel entonces Madrid suspendió la venta a Colombia de varios carros de combate, una transacción diseñada bajo el gobierno del conservador José María Aznar, que fue revelada por CAMBIO. El argumento de España para no efectuar la venta era que no sería de buen recibo un negocio de ese estilo con un país que sufre un conflicto armado, y donde hay problemas de violación de derechos humanos.
Pero esa actitud de España despertó recelos. En Washington, donde Rodríguez Zapatero no era, ni es muy querido por haber retirado las tropas españolas de Iraq, el Departamento de Estado mostró su extrañeza. Y en Bogotá el presidente Álvaro Uribe hizo saber a Madrid su disgusto por la venta de armas a Venezuela y la cancelación del negocio con Colombia, algo que dejaba claro el doble rasero con el que medía España a los dos países. Pero Uribe no se excedió. Al final, optó por echarle una mano a Rodríguez Zapatero al ir en marzo a Venezuela para una cumbre con el presidente de Brasil, Lula da Silva, con Chávez y con el propio Rodríguez Zapatero. Así quedó despejada la venta de armas de Madrid a Caracas.
Factor desestabilizador
Ahora, a las puertas de que España y Venezuela firmen el contrato, Estados Unidos ha vuelto a arremeter contra la negociación. «Estamos muy preocupados por esta venta inmensa porque podría ser un factor desestabilizador en la región», dijo el martes pasado en Madrid el embajador norteamericano Eduardo Aguirre, que se declaró esperanzado en que «a la larga no se vaya a efectuar». Pero aparte de eso, Washington le comunicó a España que Condoleezza Rice no estará presente en la próxima cumbre euromediterránea de Barcelona, y fue aun más allá al señalar que le impondrá un veto a la venta de los aviones porque no autorizará la licencia de exportación a Venezuela de los motores de esas naves, que fueron fabricados en Estados Unidos.
Los ingresos por la venta de las armas superan los 2.000 millones de dólares.
En Madrid pensaron que la salida era reemplazar los motores por otros ensamblados en Europa. Pero el problema es que cuestan mucho. Y es que el afán de los españoles por cerrar el negocio se debe al platal que se van a ganar. La venta de los buques y los aviones les va a reportar a los astilleros públicos Navantia y a la empresa aeronáutica Casa-Eads nada menos que 2.040 millones de dólares, una suma jamás vista por la industria militar española y muy lejos de la cantidad simbólica que le habría reportado la negociación de los tanques con Colombia. Además, el negocio «sirve para sacar de problemas a los astilleros, que llegaron a entrar en huelga», según le dijo a CAMBIO una alta fuente del gobierno español que pidió el anonimato.
Y ¿qué dice Chávez?
Fiel a su singular estilo, y después de afirmar que el presidente George W. Bush es un «asesino genocida», el mandatario venezolano no tuvo inconveniente en asegurar que el lunes de esta semana llegará a Caracas, para firmar el contrato del material militar, con «el doctor Pepe Bono». Se refería a José Bono, el ministro de Defensa español que, cuando fue indagado por el tema en Madrid, se negó a confirmar la noticia. Tampoco lo hizo el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, quien se limitó a señalar que la transacción es «entre empresas», y que anda metido en un lío tratando sofocar el escándalo desatado hace 10 días cuando se descubrió que misteriosos aviones estadounidenses han hecho escala en España de camino a Europa Central. Algunos creen que las naves transportaban presuntos terroristas de Al Qaeda a las cárceles secretas de las que escribió The Washington Post.
Más allá de todo esto, lo que muchos analistas se preguntan es si esta semana se firmarán los contratos en Caracas, y si Bono estará presente. Si eso ocurre, Rodríguez Zapatero abrirá todavía más la grieta que lo separa de la Casa Blanca desde cuando tomó posesión de la Presidencia, y generará una mayor preocupación en Washington al darle la mano a Chávez en este negocio que, digan lo que digan, resulta inquietante para Colombia.
¿Estados Unidos o Venezuela?
¿Washington o Caracas? Esa parece ser la cuestión para algunos, quienes sugieren que, si Colombia firma el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, cerrará sus puertas al comercio venezolano debido a las profundas diferencias entre George W. Bush y Hugo Chávez. También podría ocurrir lo contrario, argumentan.
Ambos países son importantísimos para Colombia. Estados Unidos sigue siendo su principal socio comercial. El año pasado, Colombia exportó bienes a ese país por 5.420 millones de dólares. Y con Venezuela la cosa no va mal. Es el segundo en la lista. En 2004, las exportaciones de Colombia a territorio venezolano alcanzaron los 2.200 millones de dólares.
El presidente Uribe no ha descuidado ni a uno ni a otro. Por algo, tras haber visitado hace meses a Bush en su rancho de Crawford, en Texas, estuvo el jueves de la semana pasada en la refinería venezolana de Paraguaná, la mayor del mundo, reunido con Chávez.