En su edición de mayo-junio, la revista ForeignAffairs trae un artículo sin desperdicio: el secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld nos describe a“Las fuerzas armadas del mañana”.
Más que un ejercicio de futurología, Rumsfeldrevela aspectos concretos del proceso de transformación que atraviesa en estosdías el componente militar de la primera potencia del planeta. Y lo que es más importante, cuál es lafilosofía que orienta estos cambios.
Si algo caracteriza a las doce páginas delartículo es que su autor dejó de lado esa retórica evasiva que tantas críticasle ha ganado ante la opinión pública de su país. En este caso, y como reza el refrán, “al pan, pan…”.
“Hemos decidido alejarnos del constructo de los´dos grandes teatros de guerra´, una aproximación que sugería mantener dosfuerzas de ocupación masiva, capaces de marchar sobre y ocupar las capitales dedos agresores al mismo tiempo y cambiar sus regímenes. Esta aproximación nos sirvió bien en elperíodo inmediato al final de la Guerra Fría, pero ahora amenaza con dejarnossobrepreparados para dos conflictos específicos y sin preparación paracontingencias inesperadas y los retos del siglo XXI”, señaló el secretario de Defensade la administración Bush.
Estas líneas sugieren una crecientepreocupación por el tema de la seguridad interna. De hecho, y aunque Rumsfeldno lo señala, EEUU concibe a su propio territorio como un teatro deguerra. No una convencional, en la quedos ejércitos o coaliciones de ejércitos se miden para ocupar un territorio eimponer un status político, sino otra en la que “ellos buscarán retarnos enforma asimétrica, buscando vulnerabilidades y tratando de explotarlas”.
El enemigo, entonces, no sólo puede estar en elCuerno de Africa y en Asia Central al mismo tiempo, sino también dentro deEstados Unidos, esperando una señal para actuar, tal y como lo hicieron el 11de septiembre del 2001. Esta noción de guerraasimétrica ha motivado enjundiosos ensayos en el
Como el enemigo no tiene una forma concreta nise circunscribe a un territorio específico, el concepto de la amenaza (vitalpara modelar las antiguas fuerzas armadas) pierde valor y cede su puesto al de“vulnerabilidad”, que se relaciona al cómo pueden ser atacados losintereses estadounidenses. El símil delladrón doméstico viene al dedillo, pues generalmente uno no lo conoce, perointuye los procedimientos que podría utilizar para entrar en nuestras casas.
Rapidez, precisión e inteligencia vienen aconstituirse en factores vitales del nuevo esquema defensivo. Fumsfeld no pierde de vista que en unasociedad democrática como la de su país, la propia democracia puede ser unavulnerabilidad, especialmente si el enemigo acude a tácticas terroristas. Elsecretario de Defensa no profundiza al respecto, acaso consciente de que hansido muchas las concesiones que la “sociedad abierta” ha hecho en aras de lalucha antiterror.
Rumsfeld habla de unas fuerzas armadas para elsiglo XXI, pero con un espíritu que nos remonta a 300 años atrás, cuando losforjadores de la nacionalidad estadounidense señalaban la existencia de un destinomanifiesto. El reto de Washingtonno es, por lo tanto, la defensa de su territorio, sino también la de “susamigos, aliados y fuerzas emplazadas ante nuevas formas de ataque, mientras seproyecta una fuerza sobre largas distancias para combatir a nuevosadversarios”.
Antes, como ahora, la guerra encuentra supropia justificación.
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